RTVE. es. MARÍA MENÉNDEZ. MADRID18.03.2012
El 19 de marzo Cádiz se convertirá en la capital de España, como hace 200 años ya que ese día de 1812 se aprobó la popularmente conocida como la Pepa, la Constitución que sentó las bases de la democracia en nuestro país e Iberoamérica.
Eran tiempos convulsos para España, invadida por la Francia napoleónica. Los políticos escaparon del asedio en plena Guerra de la Independencia al sur de la península y Cádiz acogió a los diputados de España y América convocados para redactar un texto constitucional con el fin de devolver el poder al rey Fernando VII y sellar los derechos y libertades de la futura España.
El Oratorio San Felipe Neri acogió el hecho histórico: La aprobación de la Constitución Española de 1812, la primera Carta Magna liberal de España y Europa y una de las más avanzadas de su tiempo.
Constitución simbólica, «supuso el fin del antiguo régimen absolutista y el inicio del estado liberal contemporáneo», según ha explicado José Antonio Escudero López, miembro de la Real Academia de la Historia.
«Es el nacimiento del concepto de ciudadano con derechos. Hasta entonces solo había súbditos», ha señalado Escudero, autor del libro Cortes y Constitución de Cádiz. 200 años.
Destaca, además, la importancia de la transición del poder absoluto del monarca a la división de poderes legislativo, ejecutivo y judicial. «Esta Constitución es la base del Estado tal y como ahora lo entendemos», ha resaltado Escudero.
Antonio Elorza, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, cree que «Surge un pensamiento minoritario que lucha contra los estamentos privilegiados, los gremios y la Inquisición», ha aseverado.

Celebración en Cádiz
A la misma hora y en el mismo lugar donde nació esta Constitución se celebrarán los actos centrales del bicentenario, que estarán presididos por los Reyes.
Cádiz acogerá además en noviembre la XXII Cumbre Iberoaméricana de Jefes de Estado y de Gobierno y será durante todo el año Capital Cultural Iberoamericana.

Tercera Constitución del mundo, cuna de las libertades
El miembro de la Real Academia de la Historia José Antonio Escudero López destaca la importancia histórica de esta Constitución, cuna de las libertades y la tercera del mundo después de la de EE.UU, de 1787, y la Francesa, de 1789.
Fue la primera Carta Magna que dijo que todos somos iguales ante la ley y que estableció la enseñanza como obligatoria y gratuita.
En 384 artículos proclamó la soberanía nacional, concepto revolucionario que hizo posible el paso de una monarquía absoluta a una monarquía constitucional.
Escudero ha destacado como uno de los principales derechos que recoge el texto la abolición de la censura y la declaración de la libertad de imprenta.
«Marcó el inicio de la libertad de expresión», ha asegurado el historiador, que sitúa en Cádiz el inicio del periodismo político.

Otros aspectos fundamentales de la Carta Magna de 1812 son la supresión de los privilegios nobiliarios, la abolición de la tortura y la abolición de la Inquisición.
El original de la Pepa consta de 96 páginas, está encuadernado en tercipelo rojo y tiene una cinta marcadora con los colores de la bandera nacional.
De la aprobación de esta Constitución surgió el famoso grito ‘Viva la Pepa’. La leyenda cuenta que fue lo que gritó el pueblo tras su aprobación pero otras teorías desmienten este extremo y cuentan que los, hasta ese momento, súbditos vivían ajenos a un acontecimiento que les cambiaría la vida.

Las sombras de la Carta Magna
El hecho de que esta Constitución estableciese que la nación española pudiera, en teoría, elegir sus propias leyes y su propio destino no significa que el pueblo fuera el protagonista de la aprobación del texto constitucional. Fue un producto de una minoría ilustrada y liberal.
La mujer tenía prohibida la asistencia a las sesiones parlamentarias y el voto estaba solo permitido para el hombre.
Tampoco se hizo efectivo en este texto el concepto «un hombre, un voto». El sufragio universal masculino se implantó en España a finales del siglo XIX, bajo la presidencia de Sagasta.
No se reconocía tampoco la libertad de culto, sino que se imponía el catolicismo como religión oficial y única, concesión al sector absolutista.
El art. 12 dejaba claro que «la religión de la nación española es y será prepetuamente la católica, apostólica y romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas y prohíbe el ejercicio de cualquiera otra».
Fue una Constitución de escasa vigencia-seis años- pero que marcó un antes y un después en la historia de España.