[singlepic id=97 w=320 h=240 float=right]Tiempo al tiempo

Una oleada de protestas está sucediéndose en los países árabes. Los ciudadanos salen a la calle pidiendo cambios políticos, económicos, respeto a los derechos humanos y más libertad que mejoren sus condiciones de vida.

Las protestas iniciadas en Túnez, tras la inmolación de Mohamed Bounazizi, al serle retirado su puesto de venta por la policía, se han ido contagiando a otros países como Egipto, Yemen, Arabia Saudí o Siria.

En Túnez, las protestas conocidas ya como la “Revolución de los jazmines” han conseguido la caída del corrupto dictador Ben Ali, una amnistía de los manifestantes y opositores al anterior régimen y un cambio de Gobierno del que se esperan reformas políticas y económicas que lleven la democracia al país, pero la calma aún no ha llegado. Quizá ahora se deba favorecer un clima de mayor estabilidad que permita actuar al nuevo Gobierno y llevar a cabo las reformas deseadas y la convocatoria de elecciones democráticas.

En Egipto, Arabia Saudí, Yemen o Siria sus gobernantes no quieren que el contagio del caso tunecino haga tambalear su poder. Para evitarlo están utilizando la fuerza militar que trata de contener las manifestaciones.

Los ciudadanos egipcios salen a las calles pidiendo “pan, libertad y derechos humanos” y desafían el toque de queda decretado por Hosni Mubarak, quien ha ordenado una fuerte represión policial que ha detenido y herido a cientos de manifestantes. Además, en un intento de frenar las convocatorias de manifestaciones, ha impedido el uso de Internet y de los teléfonos móviles a la vez que se ponen trabas a los medios de comunicación para que trasmitan información sobre lo que está sucediendo en ese país.

Estamos asistiendo a la última oportunidad de que se consiga en estos países la libertad y la dignidad de las personas. La duda es si este movimiento social conseguirá esa libertad deseada o finalizará en fracaso, con el encarcelamiento de los líderes opositores, cientos de detenciones, heridos y muertos y continuará la misma línea política en estos países con un mayor control político, económico y social de la población.

Tendremos que esperar a ver cómo evolucionan estas manifestaciones, las actuaciones de los gobiernos y de la comunidad internacional y mostrar un halo de esperanza porque la libertad y la democracia lleguen a estos países